Quedarse ciego lo convirtió en maestro.

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Arlett Cárdenas | 14 de Mayo de 2019 a las 19:22

Celaya, Gto.-Hace 33 años José Luis Ruíz Macías perdió la vista a causa de glaucoma y con ello también las ganas de vivir. 



Pero fue más grande el deseo de superar las dificultades, se preparó, estudió y ahora suma 27 años de maestro.



Esta es la historia de cómo un hombre de 35 años venció los deseos de morir, la ceguera y la tristeza para convertirse en la guía de niños y jóvenes invidentes.



“Cuando perdí la vista en el año de 1986 quedé sumido en la más profunda oscuridad, al mismo tiempo interiormente el dolor moral me hacía entrar en una gran desesperación perdiendo el interés por vivir, pasaba los días en un rincón de mi casa a veces llorando a veces rezando pues yo pensaba que el mundo y la vida no eran para mí”.



José Luis no sabía nada de braille, su mundo era el de colores, de rostros, de formas.



“No era este mi mundo, se vuelve uno más consciente de las oportunidades que se presentan y de que hay que aprovecharlas porque a la mejor no se vuelven a tener”.



Hace 27 años, en 1992 empezó a dar clases, desde entonces se siente una persona útil a la sociedad, pero sobre todo le motiva poder guiar a pequeños que a diferencia de él nunca tuvieron la oportunidad de conocer el color, los objetos, las formas porque nacieron invidentes.



“Me sucedió, yo ya me quería morir, me quería suicidar, pero yo decía qué culpa tenían mis hijos y mi esposa de encontrarme muerto, yo pensaba suicidarme y gracias a Dios aquí estoy, las personas me enseñan y yo les enseño, es un intercambio es algo muy hermoso vivir y cumplir con las responsabilidades”.



Actualmente se desempeña en el CAM para ciegos y débiles visuales como maestro de niños desde preescolar hasta secundaria.



“Me siento más útil ahora, participando con los pequeñitos, viendo cómo le voy a hacer para que aprendan, ese es mi reto cada día, buscar las estrategias de enseñar para que comprendan lo que no ven, no lo conocen porque son pequeñitos, tengo desde preescolar, y la más grandecitas son niñas de secundaria. Atiendo al grupo de alumnos integrados, ya están en escuelas regulares”.



José Luis recibe a los niños en clase de abaco y braille, a los niños más grandes los asesora en matemáticas y es feliz enterándose lo bien que van en la escuela secundaria.



“Es un orgullo, una satisfacción y siempre el reto es dar más, ver qué hacemos como maestros por dar lo mejor de nosotros, siempre queda algo pendiente por dar más a los alumnos, cada vez queremos dar más, cada vez queremos aprender más para dar más a los alumnos, por eso siempre nos imparten los cursos para que cada vez tengamos más herramientas para enseñar a nuestros alumnos de los que esperamos el día de mañana sean unos profesionistas y que, así como yo me he realizado después de que perdí la vista así quisiera que todos mis alumnos

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